Según diversas investigaciones, el cáncer envía células de
la medula ósea como mensajeros mortales para facilitar su invasión. Evitar el
proceso es ahora el gran reto.
Dentro de la siniestra estrategia que sigue un tumor, está
la metástasis; las células cancerosas colonizan otros órganos del cuerpo, con
resultados fatales. Clarificar este proceso se antoja vital para poder
controlarlo algún día. De momento, han descubierto que el propio tumor envía a
sus «emisarios celulares» a los lugares donde desea medrar, para que le
faciliten el camino.
Es una especie de
«proceso de iniciación»; la masa tumoral produce determinadas proteínas,
denominadas fibronectinas, que «movilizan» las células de la médula ósea. Éstas
viajan entonces por el torrente sanguíneo hasta alcanzar el objetivo a
colonizar. Se instalan entonces para cambiar el entorno, formar encostrados y
estructuras, y facilitar posteriormente la llegada de las primeras células
tumorales, cuya misión será establecer nuevos vasos sanguíneos para alimentar
el nuevo tumor que se está formando.
¿Células de la
médula ósea trabajando para un tumor canceroso? Se ha demostrado en ratones. En
diversos experimentos, se irradió a los
animales para matar todas sus células medulares, y a continuación,se les
inyectó otras tantas marcadas con un tinte fluorescente verdoso, para poder
rastrear sus movimientos dentro del cuerpo del animal. Cuatro semanas después,
los investigadores inyectaron células cancerosas de pulmón y piel, marcadas en
rojo.
Lo sorprendente, es
que las células de la médula ósea –en verde– aparecieron en los pulmones entre
12 y 14 días tras la inyección de las células cancerosas –en rojo–. Cuatro días
después aparecieron las primeras células malignas exactamente en los mismos
sitios ocupados por las de la médula ósea, los «emisarios»,
Si estos resultados
se confirman en humanos, la farmacología podría desarrollar, en el futuro,
sustancias que bloqueen en la metástasis, y ensayarlas en enfermos que no la
sufran aún pero que estén en ese riesgo. Un camino largo, sin duda, pero que
merece la pena explorar.